Nos apartamos del ruido de la ciudad una calidad tarde de verano para ver una puesta de sol bonita de esas que se quedan en el recuerdo para siempre. Rosa y Jaime me contaban ilusionados las cosas que estaban preparando para su boda mientras yo disparaba intentando guardar para siempre el brillo de sus ojos y la manera que tienen de mirarse. Para terminar la tarde, una copita de vino para brindar por ellos y por el amor, que siempre esté presente.